jueves, 22 de marzo de 2007

FABULAS


Siguiendo con el recuerdo del pasado que empecé con el anterior escrito hoy voy a reincidir en escribir versos que memorizaba en mi niñez y que es probable que algunos todavía los lean los niños de hoy.
Voy a recordar tres fábulas tituladas:"El burro flautista", "El zagal y las ovejas" y "El cuervo y el zorro."

EL BURRO FLAUTISTA
Esta fabulita,
salga bien o mal
se me ha ocurrido ahora
por casualidad.

Cerca de unos prados
que hay en mi lugar,
pasaba un borrico
por casualidad

Una flauta en ellos
halló, que un zagal
se dejó olvidada
por casualidad.

Acercose a olerla
el dicho animal
y dio un resoplido
por casualidad.

En la flauta el aire
se hubo de colar,
y sonó la flauta
por casualidad.

"!Oh! -dijo el borrico-
!Que bien sé tocar!
¿Y dirán que es mala
la música asnal?"

Sin reglas del arte
borriquitos hay
que una vez aciertan
por casualidad.

EL ZAGAL Y LAS OVEJAS
Apacentando un joven su ganado,
gritó desde la cima de un collado:
"!Favor; que viene un lobo, labradores!"
Estos, abandonando sus labores,
acuden prontamente
y hallan que es una chanza solamente.
Vuelve a llamar, y temen desgracia.
Segunda vez los burla. !Linda gracia!
Pero, ¿que sucedió la vez tercera?
Que vino en realidad la hambrienta fiera.
Entonces el zagal se desgañita,
y por más que patea, llora y grita,
no se mueve la gente escarmentada,
y el lobo le devora la manada.

(!Cuantas veces resulta de un engaño
contra el engañador el mayor daño!)

EL CUERVO Y EL ZORRO

En la rama de un árbol,
bien ufano y contento,
con un queso en el pico
estaba un señor Cuervo.

Del olor atraído,
un Zorro muy maestro
le dijo estas palabras
a poco más o menos:

"!Tenga usted buenos días,
señor Cuervo, mi dueño!
!Vaya, que estáis donoso,
mono, lindo en extremo!
Yo no gasto lisonjas,
y digo lo que siento;
que si a tu bella traza
corresponde el gorjeo
juro a la diosa Ceres,
siendo testigo el cielo,
que tú serás el fénix
de sus vastos imperios."

Al oir un discurso
tan dulce y halagüeño,
de vanidad llevado,
quiso cantar el Cuervo.
Abrió su negro pico,
dejó caer el queso.
El muy astuto Zorro,
después de haberlo preso,
le dijo: "!Señor bobo,
pues sin otro alimento
quedáis con alabanzas
tan hinchado y repleto,
digerid las lisonjas
mientras digiero el queso!"

Pepe Fernández

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